Los mejores libros que leí en 2021

15 títulos para todos los gustos: estoicismo, psicología, productividad, escepticismo y más

Culture Junkie
Omnicultura

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Ediciones anteriores: 2020. 2019. 2018. 2017

Probablemente, la mejor opción para familiarizarse con el estoicismo. William B. Irvine se propuso escribir un libro que contextualizara los preceptos de los antiguos estoicos para aplicarlos en el siglo XXI. El resultado es una introducción accesible a una filosofía práctica que todavía puede sernos de mucha ayuda. El autor resalta la premeditación de los males y la visualización negativa como las prácticas fundamentales del estoicismo, y explica cómo estas le sirvieron para mitigar la insatisfacción crónica que reinaba en su propia vida.

“By contemplating the impermanence of everything in the world, we are forced to recognize that every time we do something could be the last time we do it, and this recognition can invest the things we do with a significance and intensity that would otherwise be absent.”

El azar, la suerte y la aleatoriedad influyen mucho más en nuestra vida de lo que solemos creer. Estamos aquí por una serie de eventos afortunados (para nosotros), que van desde la altamente improbable formación de un planeta como la tierra hasta el accidente biológico que nos llevó a ser concebidos por nuestros padres. Una de las cosas más interesantes del libro llega en la parte final, en donde el autor imagina lo que sería una charla distendida entre grandes pensadores, científicos y humoristas de la historia para discutir la influencia de la suerte en nuestras vidas. Por si alguna vez te preguntaste como sería una conversación entre Ricky Gervais y Albert Camus.

I hope that you are awed (…) by the knowledge of how random chance is at the source of all of the beautiful and wondrous creatures with whom we share the planet; awed by the unique invisible accidents that made each one of us; and awed by the fact that we humans, recent descendants of bands of hunter-gatherers who persevered through a period of exceptional chaos, have in
just the last fifty years or so, figured all of this out!

Partiendo de la premisa de cómo vería un científico extraterrestre nuestras tradiciones, nuestro comportamiento y nuestros códigos morales, Stewart-Williams explica por qué evolucionamos como lo hicimos y qué consecuencias tiene en nuestra conducta, así como todo lo que implica para los dos sexos. Desmonta los argumentos de los defensores de la tabula rasa e incluye una gran introducción a la hipótesis memética. El libro es abarcador, repasando los fundamentos de la psicología evolucionista y la evolución cultural con lujo de detalles. Uno de los que más subrayé en todo el año, no solo por lo extenso sino por lo esclarecedor.

“Whether a trait is natural or unnatural is irrelevant to the question of whether it’s good. Moral worth should be judged not in terms of the naturalness of a trait, but rather in terms of how that trait impacts the wellbeing of everyone affected by it. Thus, violence is natural but bad, medicine unnatural but good.”

Es el libro que llevó a la fama internacional a Bourdain, y es fácil entender por qué. La capacidad del neoyorquino para transmitir con palabras su pasión por la comida, aderezada con sus deslenguadas historias sobre los intríngulis de la cocina, lo convirtió en un bestseller que le permitió retirarse de los fogones para pasar a ser celebridad culinaria a tiempo completo. Recomendado si quieres saber por qué deberías pensártelo dos veces antes de pedir la carne muy hecha, de ordenar platos a la vinagreta o de contratar a cocineros italianos.

“¿Queremos de verdad viajar en papamóviles herméticamente sellados a través de las zonas rurales de Francia, México y el Lejano Oriente, comiendo solo en Hard Rock Cafés y McDonalds? ¿O queremos comer sin temor, arremeter con los guisos locales, las humildes taquerías de carnes misteriosas, el regalo sinceramente ofrecido de una cabeza de pescado apenas dorada? Yo sé lo que quiero. Quiero de todo. Quiero probarlo todo, por lo menos una vez”.

Galán nunca decepciona. La historia de un texto tan desfasado como el del Antiguo Testamento se lee de manera amena con sus comentarios mordaces sobre la religión, la Iglesia y sus creyentes. Una buena manera de recordarnos que la obra más famosa de la historia está impregnada de un barbarismo arcaico y fue concebida en un ambiente pastoril en el que los derechos humanos ni siquiera se concebían como una aspiración quimérica. Yahvé, por su parte, es concebido como un Dios mezquino, vengativo y cruel. Esperando desde ya el Nuevo Testamento contado para escépticos.

“El personaje principal de la saga bíblica es un Dios modesto, en su momento de tercera regional, Yahvé (hoy notablemente sobrevalorado por causas del todo fortuitas), que pacta con un pastor de ovejas, Abraham, y le promete numerosa descendencia y un fértil latifundio donde instalarla (la Tierra Prometida), a cambio de que lo adoren a perpetuidad y observen sus preceptos, por ridículos o absurdos que parezcan”.

El autor, poseedor de innumerables referencias de la cultura pop (no por nada fue el ganador del Jeopardy! en 2004), desglosa la historia del humor desde la Antigua Grecia hasta la actualidad. Su teoría es que en las últimas décadas el humor ha permeado en la sociedad de tal manera que ha llegado a sectores en donde debería reinar la seriedad, como la política. Advierte que estamos llegando al punto de la sobresaturación en cuanto a la ironía, al extremo de que en la actualidad muchos pueden pasarse toda la vida siendo fans de cosas de modo irónico.

“Once the genie is out of the bottle, an irony culture is never going to go back to being a sincerity culture, because the roots go too deep. Authenticity is often uncomfortable and revealing; ambiguous snark never is. Who wants to be the only vulnerable poet soul in a world of irony-clad scoffers?”

Todos creemos ser bastante buenos detectando bulos y “fake news”. Esto puede ser cierto cuando la mentira se presenta en forma retorica o en un lenguaje rebuscado, lo que el autor llama “bullshit” de la vieja escuela, pero esta se está viendo eclipsada por el auge de una nueva escuela que utiliza el lenguaje de las matemáticas, la ciencia y la estadística para dar la impresión de rigor y precisión. El autor nos presenta una serie de herramientas críticas para evaluar datos en forma cuantitativa sin necesidad de ser econométricas o científicos de datos. Una habilidad imprescindible en una época en la que tanta gente se vale de gráficos espurios para intentar validar sus argumentos.

“Old-school bullshit doesn’t seem to be going away, but it may be overshadowed by the rise of what we call new-school bullshit. New-school bullshit uses the language of math and science and statistics to create the impression of rigor and accuracy.”

El psicólogo húngaro de apellido impronunciable, recientemente fallecido, fue el creador del concepto del estado de flujo o “flow”, ese que se experimenta cuando enfocamos toda nuestra atención en una sola actividad, al punto de llegar a perder el sentido del tiempo y suprimir cualquier otro tipo de pensamiento intrusivo más allá de la tarea a mano. Nos invita a cultivar lo que llama una personalidad autotélica, que es cuando disfrutamos de realizar actividades no por la esperanza de recibir un beneficio futuro, sino porque hacerlas es el beneficio en sí. Cualquier actividad nos puede dar sentido mientras tenga objetivos bien definidos, reglas claras para la acción y nos permita concentrarnos profundamente en ella.

“Para sobreponerse a las ansiedades y depresiones de la vida actual, los individuos deben independizarse del entorno social hasta un grado en el que no respondan exclusivamente en términos de sus recompensas o castigos. Para obtener esta autonomía una persona debe aprender a darse recompensas. Tiene que desarrollar la habilidad de encontrar diversión y propósito sin tener en cuenta las circunstancias externas”.

Dawkins puso patas arriba muchas ideas tradicionales sobre la evolución con la publicación de este libro en 1976. Su teoría es que el protagonista de la evolución no es el individuo, sino sus genes, siendo nosotros meras «máquinas de transmisión». En su momento fue controversial, pero actualmente el consenso en la que comunidad científica es que su idea es la que más se acerca la realidad. Entre otras cosas, también introdujo el concepto de los memes (!), ideas que utilizan a los humanos exclusivamente para su propagación. Si somos títeres, al menos podemos intentar entender nuestros hilos.

“Si el lector desea, tanto como yo, construir una sociedad en la cual los individuos cooperen generosamente y con altruismo al bien común, poca ayuda se puede esperar de la naturaleza biológica. Tratemos de enseñar la generosidad y el altruismo, porque hemos nacido egoístas. Comprendamos qué se proponen nuestros genes egoístas, pues entonces tendremos al menos la oportunidad de modificar sus designios, algo a lo que ninguna otra especie ha aspirado jamás”.

Oliver Burkeman quiere ser el antigurú de la productividad. ¿Cómo? Rociando con un poco de existencialismo a nuestra noción de gestión del tiempo. En promedio, solo tenemos 4000 semanas, ¿de verdad queremos pasar la mayoría de ellas completando una lista de tareas que nunca dejará de llenarse? La vida es ridículamente corta, lo que puede ser un alivio en lugar un motivo para vivir con una desesperación incesante por aprovechar al máximo cada momento. Ser incapaz de completar todo lo que tienes pensado hacer solo es insoportable si se mantiene la terca y errónea impresión de que no es imposible.

“It’s alarming to face the prospect that you might never truly feel as though you know what you’re doing, in work, marriage, parenting, or anything else. But it’s liberating, too, because it removes a central reason for feeling self-conscious or inhibited about your performance in those domains in the present moment: if the feeling of total authority is never going to arrive, you might as well not wait any longer to give such activities your all”

Grata sorpresa la que me lleve con este librito de productividad personal publicado en 1908 (!), que básicamente nos exhorta a culturizarnos en lugar de perder tiempo en entretenimiento vacuo. Podría parecer que una generación que nació en el siglo XIX — la audiencia a la que la obra intentaba llegar — , no tendría demasiado en común con nosotros, pero olvidaríamos que, aunque tenían menos distracciones que en la actualidad, la tendencia humana al ocio poco exigente provocaba que los congéneres de Bennett derrocharan todo su tiempo libre en trivialidades, aun cuando todavía no conocieran la televisión ni mucho menos el scroll infinito, de modo que los consejos del autor siguen estando muy vigentes.

“Cada mañana, en cientos de estaciones de la periferia, se puede ver a hombres paseando con calma por los andenes mientras las empresas ferroviarias les roban descaradamente su tiempo, más valioso que el dinero. Cientos de miles de horas se malogran de esta forma todos los días, por la sencilla razón de que mi hombre típico presta tan poca atención al tiempo que jamás se le ha pasado por la cabeza tomar algunas simples precauciones contra su eventual pérdida”.

Wilczek expone las bases filosóficas del método científico, desde las partículas elementales hasta las galaxias, desde el principio hasta el final del tiempo, desde la teoría del Big Bang hasta la física cuántica. En el camino especula sobre el futuro de la humanidad y diserta sobre temas como la religión y la cultura. Entre los libros de divulgación que intentan introducir al público general los principios de la física moderna, este debe ser uno de los más accesibles, sin llegar nunca a subestimar al lector.

“Detailed study of matter reveals that our body and our brain — the physical platform of our “self” — is, against all intuition, built from the same stuff as “not-self,” and appears to be continuous with it. In our rush to make sense of things, as infants, we learn to misunderstand the world, and ourselves. There’s a lot to unlearn, as well as a lot to learn, on the voyage to deep understanding”.

Marcel Proust fue uno de los escritores más originales, y por qué no decirlo, maniáticos de su generación. Era enfermizo, hipocondríaco y reclusivo. También un genio introspectivo, capaz de convertir en fascinantes los detalles más mundanos de la existencia. Alain de Botton extrae de su obra y de su correspondencia las mejores lecciones que podemos aprender del escritor francés y de sus personajes. No solo se analizan fragmentos de sus novelas, especialmente de En busca del tiempo perdido, sino que se desgrana su muy particular estilo de vida, fungiendo como una especie de biografía centrada en los detalles más excéntricos de su día a día.

“Uno de los efectos que tiene la lectura de un libro que dedica su atención a plasmar tan tenues y sin embargo vitales temblores, es que una vez que dejamos el volumen y reanudamos nuestra vida, podemos prestar atención precisamente a las cosas ante las que el autor habría sido sensible, caso de hallarse en nuestra compañía. Nuestra mente será como un radar afinado de nuevo para captar la presencia de ciertos objetos que flotan en nuestra conciencia”.

¿Es la belleza una propiedad de las cosas que hay en el mundo? ¿Solo se encuentra en nuestras cabezas? ¿O es una ficción construida por la cultura? El hecho es que, aunque hay sin duda un componente cultural en la apreciación estética, este no actúa en el vacío, sino que trabaja sobre preferencias a las que ya estamos predispuestos. El autor desgrana muy bien las razones por las cuales nos sentimos naturalmente atraídos a ciertos rostros, cuerpos, paisajes y obras de arte. Recoge muchos ejemplos del mundo animal y se vale de las teorías más conocidas de la psicología evolucionista para apoyar su tesis.

“The power of art, its ability to move us and make us experience old themes with new eyes, is conveyed through its local expression. The content of art is shaped by local conditions: the culture in which it is born, its historical antecedents, the economic conditions of its production and reception, and references relevant to its time and place.”

Otro de esos de anti-autoayuda que con mordacidad ilustra las diferentes formas cómo nos saboteamos a nosotros mismos. Cosas como quedarnos anclados en el pasado, intentar dilucidar las supuestas intenciones ocultas de los demás o mortificarnos por leves variaciones en nuestra salud. Lo cierto es que, cuando la vida no nos da suficientes problemas, no tenemos ningún inconveniente en crearlos ex nihilo, encarnando el famoso meme del ciclista que tropieza luego de haber atravesado un palo en su propia rueda.

“Si alguna que otra vez — no es fácil que pase — , el mismo curso independiente de las cosas compensa, sin intervención nuestra, por el trauma o fallo del pasado y nos da gratuitamente lo que deseamos, el experto en el arte de amargarse la vida no se desalienta ni mucho menos. La fórmula «ahora ya es demasiado tarde, ahora ya no quiero», le permite permanecer inaccesible en su torre de marfil de indignación y evitar así que, lamiéndose las heridas infligidas en el pasado, éstas vayan a curar”.

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